Fue en el 2003 cuando se gesto lo del Gasherbrum I; yo buscaba algún compañero para ir de nuevo al Mckinley. Cuando le hablé a Diego del Mckinley, él me propuso unirme a otro proyecto con otro grupo de colegas, algunos conocidos para mi y otros no. Para cuando me quise dar cuenta mi cabeza ya estaba en Asia, en el Karakorum.
Creo que no dije que si a la primera, pero realmente ya empezaba a imaginarme en el entorno, en los preparativos, en la dureza, la convivencia y sin más, ya estaba sumergido en el proyecto. Como iba a decir que no, como renunciar a la posibilidad de llegar a una cumbre de ocho mil metros.
Creo que sobre la primera semana de junio partíamos hacia Pakistan. Teníamos aventura para dos meses a uno de los ochomiles más pequeños de los catorce, pero con una ruta de ascenso algo complicada y sobre todo expuesta. Quizás no era el ochomil más adecuado para los que por primera vez pretendíamos llegar a esa altura. Pero allí que fuimos.
Pudo haber sido un viaje magnifico, si fue una experiencia que nos marcó a todos para el resto de nuestros días. Rara vez hablo de este viaje, incluso con los más cercanos a mí; durante todos estos años lo guardé bien adentro. Sin embargo, pienso que llegó el momento de sacarlo, porque sigo recordando con demasiada frecuencia los paisajes durante la aproximación al Campo Base, lo inmensas y brutales que son las montañas del Karakorum, las conversaciones de todos los que fuimos, la sonrisa de Nancy, la cara quemada de Eva al bajar de la cumbre, el silencio de Jorge, las bromas con Diego y David y aquel "Asturias patria querida" que cantó Jose Manuel, en una noche de bailes y cantos con los porteadores, se desgarraba la garganta cantando hasta el punto que todos arrancamos a cantar con él, fue un momento muy entrañable.
Ninguno nos imaginamos ni por un instante el giro tan brusco que dio nuestra expedición, HISPANO-ARGENTINA (así la llamamos) a partir del 5 de julio del 2003. Recuerdo como se me quedaba la mente en blanco, cuando Diego me comunicaba por radio que Jose Manuel y Nancy se quedaban en la montaña para siempre.
No hay detalles que dar, tan solo quiero recordar una vez más aquel viaje, quisiera dar un abrazo a todos los que allí estuvimos y a otros que allí nos encontramos. Recordar una vez más a Jose Manuel y a Nancy, lo que eran, lo que aprendí de ellos, la ilusión y las ganas que tenían, y la pasión que ponían en lo que hacían. Dejo estos dos vídeos que hace unos años hice y que me apetece compartir.
Y nada más, que sirva esto como recuerdo, y que los que volvimos de ese viaje podamos seguir llevando en nuestra memoria a Jose Manuel y a Nancy allí donde vayamos.