"Y la joven Alpinista quiso llevar su corazón donde antes lo hizo su mirada. Quiso poner en marcha esta entrega y con ella decidió llamar a mi puerta. ¿Qué motivó a la joven Alpinista para lanzar aquella brillante propuesta?, es difícil precisarlo. Todo parte del espíritu aventurero que en su persona habita y que fue toda una fortuna para mi, aquella brillante propuesta me inspiró y como retórica en mi vida, todo lo que inspira guía y protege. Tomé entonces su propuesta en firme y a ella me entregué. Éramos dos almas aventureras con una experiencia vital por delante, en etapas de la vida muy distintas, pero con la misma ilusión y pasión; ella por su juventud y sus ganas de crecer en la montaña y yo, como alma dedicada, tenia la oportunidad de compartir y acompañar. Ambos íbamos a crecer en esta aventura."
¿De qué manera llegamos a este comienzo?
Es una historia de montaña más, pero en este caso es la nuestra. Sin saberlo, fue el origen de un nuevo camino que nos ha ido llevando al comienzo de esta entrega y espero que a otras muchas más.
Nos conocimos en Kirguistán, mi hermano Enrique y yo nos encontrábamos ante el segundo intento por llegar a la cumbre del Pico Lenin, mientras la joven Alpinista acudía en otro equipo unas semanas después. Con ellos tuvimos una magnifica relación y aunque nosotros ya nos retirábamos de la montaña y ellos estaban en su comienzo, pudimos compartir algunos días. La joven Alpinista rebaso el campo 3 del Pico Lenin, llegó a alcanzar los 6300 mts a pesar de algunos problemas de salud.
Mantuvimos el contacto y un nuevo arranque aventurero de la joven, la llevo a conocer los Pirineos. Era la primavera de este año cuando pudimos compartir la ascensión a una cumbre poco frecuentada y por una ruta muy bonita en el Valle de Remuñe (Benasque), Pico Lliterola y su canal NE, por si misma subió también al Pico de Alba y Maladeta.
Bonita actividad que consolidaba nuestra amistad y que nos abría, sin nosotros saberlo, la posibilidad de nuevas entregas, de contemplar otros horizontes, de compartir la ilusión y la pasión por esta manera de entender la vida.
Y fue así como volvió a surgir "esa imperiosidad necesidad de ponerse en marcha" a la que hacia referencia Gastón Rebufat y esa nueva aventura de la joven Alpinista llegó a mí. Su propuesta fue clara y directa, ¿me acompañarías en la Alta ruta del Monte Rosa? no recuerdo bien cuanto me costo decidirme, no sé si fue de inmediato o inmediatamente, da igual...¡sí! fue la respuesta. Sus ganas, su ilusión y esa pasión desbordante en algo a lo que llevo tantos años de mi vida dedicado, nos llevó a transitar esta Alta Ruta juntos y cohesionados.
Durante esos 8 días que duró la travesía, nos cuidamos, nos animamos, templamos nuestros nervios, velamos por nuestra seguridad, asumimos ciertos riesgos como cordada que éramos; y llegamos a destino, habiendo recorrido en esos días unos 50 o 60 km, con 6 o 7 mil mts de desnivel positivo, más de 14 cumbres de más de 4 mil metros y sin olvidarnos de las pesadas mochilas, las de verdad...y las otras aparte... (aunque es cierto que estas últimas, conforme ganas altura se suelen quedar en el fondo de los valles, allí arriba, lo importante es mantenerse vivo y cumplir un sueño)
Hemos vivido una maravillosa aventura, aventura tal y como la describe Yvon Chouinard (Alpinista, aventurero y explorador primero, fundador de la marca Patagonia después, sin dejar todo lo anterior y siendo además padre y marido)