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El valor de una montaña está en los caminos que descubres desde ella

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Zaragoza, Aragón, Spain
Que este blog sirva para recoger algunas de las ascensiones y escaladas que desde hace unos cuantos años voy acumulando, con la intención de compartir esas vivencias, las sensaciones, los rincones del pirineo y de otras cordilleras; darle más vida a mis recuerdos y desde ellos, tratar de llegar a esos otros sitios a los que siempre he querido ir. Compartir estas historias con quien las viví y con quien por casualidad llegue hasta aqui. Que además,sea un punto de información para los que un día se planteen pasar por allí. Espero que os resulte entretenido y a la vez, os muestre la opinión de uno más, que un buen día y siendo muy pequeño, no pudo resistirse al encanto de un entorno tan natural, tan hóstil y tan fragil, del que ya nunca pude separarme, aún teniendo algunos momentos tristes y muchos de ellos muy duros. A pesar de todo y de tantos años, sigue siendo la montaña uno de los sentidos que dan forma a mi vida.

jueves, 20 de octubre de 2011

AL ANETO HEMOS DE IR...

Han sido bastantes veces las que he estado en la cima del Aneto y ninguna me ha dejado indiferente, a pesar de ver los mismos paisajes, las mismas cumbres y las mismas piedras; supongo también que subir por diferentes vertientes ayuda, así como con distinta gente y a distintas edades. La primera vez que puse el pie en esta cumbre fue en el siglo pasado, en 1980, tenia ocho años y era el mes de julio. Ostias!!! contado así como que asusta y todo, tampoco hace tanto tiempo, ja, ja, ja.

Vaya emoción, creo que aun puedo sentir la tensión que pasé cuando bajando de la cumbre y a la altura del collado de coronas, mi padre se cayó en una grieta, por suerte le sujetó la mochila y rápidamente, como a mi me llevaban encordado, le pasamos la cuerda por debajo de los brazos y tiramos para sacarlo con más fuerza que Iñaki Perurena levantando piedras. Nos acompañaba en aquella excursión Antonio Gros de Huesca, del club Peñaguara y otro compañero del que ya no recuerdo el nombre. El resto de bajada que nos quedaba por el glaciar la hice asustadisimo, pensaba que a cada paso que daba me iba a hundir en una grieta. Buf! aun me acuerdo.


Esta vez era el 15 de agosto de este 2011, uno de los fines de semana que más gente se encarama a la cumbre del Aneto. El 14 por la noche y sobre las 0:00h llegamos al plan de pescadores. Hemos subida toda la pista con una luna llena espectacular, de esas que invitan a caminar, de las que quitan el sueño ¡¡ de las que enamoran!! je, je, je Pongo esta foto de la luna, que aunque no deja ver mucho es la única que tengo y la quiero poner.


Despúes de pasar la noche en el plan de pescadores, seguimos camino del Lago de Coronas. Ese sería el siguiente emplazamiento y desde donde pensábamos subir primero al Aragüells y después al Aneto, pero los planes fueron cambiando.


Jean Paul, como suele ser habitual en él "gozando" y no es para menos pues estábamos en el lado romántico del Aneto, la vertiente de Coronas.



Idoia, que a pesar del peso de la mochila está emocionada, pues barrunta su primer tresmil.






Dormir en el lago de Coronas no tiene precio o como poco, aguantar una tormenta que se avecinaba. Casi sin terminar de comer nos dividimos y cada uno a su nido, pues comienza a llover. La idea de subir por la tarde al Aragüells se desvanece, así que ya solo queda confiar en ascender al día siguiente al Aneto.



La tormenta, al igual que el resto de las cosas en esta vida, no está estática y pasa. Para entonces son las 5 de la tarde y los claros aparecen, después los claros predominan sobre las nubes y después se despeja. Para entonces, aun no se bien porqué, estamos de camino hacía del Aneto. Son las 6 de la tarde cuando empezamos a caminar.

No deberíamos haber empezado a esa hora, pero reconozco que el entusiasmo de los demás y mis ganas de retener en la retina un atardecer en las alturas. me pueden.
Un atardecer en las alturas es una estampa que uno atrapa en la memoria y que no se deja escapar hasta que no se presencia otro atardecer en las alturas.


Saliendo del collado de coronas hacia la cumbre, que cada vez tenemos más cerca, a pesar de las veces que he pasado por ahí sigo sintiendo cosas diferentes.



Idoia deja entrever en su cara el esfuerzo y la emoción, de momento la controla, pero veremos que pasa cuando llegue a la cumbre, queda poco y ella lo sabe; nunca ha estado en el Aneto, es más, va a ser su primer tres mil, con la guinda final que supone tener que cruzar el paso de Mahoma, saber que poco después de que empecemos a bajar de la cumbre se hará de noche y esperamos ansiosos volver a ver brillar la luna llena.


¡Cumbre! Estoy contento pues les veo felices, yo también lo soy. Idoia ya no puede contener las lágrimas, no podía ser de otra manera. Esta en la montaña más alta de los Pirineos, casi de noche, la tensión del paso de Mahoma, viento moderado, todo esto es una mezcla que no deja indiferente a nadie; hemos hecho una bonita ascensión, de una manera poco habitual, en unos horarios poco habituales, en uno de los fines de semana donde más gente trata de llegar a este Pico; y nosotros estamos solos, no hay más gritos que los nosotros damos, ni más emociones que las nuestras.




Enrique abraza a Idoia, sigue emocionada, y sigo pensando que no es para menos, es la recompensa por el aguante y el tesón, no hay como las ganas de querer conseguir algo. Se que en algún momento pensó en abandonar, pero también es cierto que siempre encontró una razón para seguir subiendo. Seguramente pensó más de una vez, que se vería desde la cumbre del Aneto, que esfuerzo suponía llegar a ella y lo que es más importante aún, imaginó más de una vez que había llegado a ella. Y ese día, el 15 de agosto , es un hecho, Idoia, Enrique, Juan Pablo y yo, estamos en la cumbre.




Es hora de contener las emociones y pensar en la bajada, todavía no hemos terminado la ascensión. Volvemos a cruzar el paso de Mahoma. Otro frente de nubes se acerca y esto me intranquiliza un poco. Creo que la ansiada Luna ya no la vamos a ver, pienso que nos volverá a caer otra tormenta, así que ligeritos para abajo.



Últimas luces en el collado de coronas, el destrepe del collado nos toca ya con los frontales. Que gracia me hace esta parte, pues solo llevamos dos y a uno se le irá terminando la pila. Esta fue una de las lecciones de ese día, frontal y pilas.



La bajada fue lenta, llevábamos poca luz para cuatro personas. Juan Pablo que bajaba magullado por sus dolencias en las piernas, le suma a su cuerpo un costalazo del que no sé como no se rompió alguna costilla. Se levanta después del golpe, no dice nada y continua bajando. Que aguante tiene el jodido. aún me sorprenderá más su aguante, unos días más tarde cuando los dos juntos terminemos la cara Norte del Vignemale.

Nos cuesta, pero llegamos a las tiendas a las 23:45 de la noche, una ligera llovizna nos acompaña desde hace un rato, de la luna nunca más supimos y de otros astros menos todavía. Pero ya estamos en las tiendas, ya puedo sentir el calor del saco; francamente tengo sueño y también hambre. Creo que soy el único que cena algo o quizás Idoia y Enrique también, eso sí, el primero que empieza a soñar es Juan Pablo y los demás poco después.

Durante toda lo noche llueve, con más intensidad en algunos momentos y nosotros durmiendo. ¡Que felicidad!.

A la mañana siguiente... que puedo decir. No cambio esto ni por una noche en el mejor de los hoteles. El lago de Coronas es un sitio encantador, es el lado romántico del Aneto y no por eso menos exigente que la vertiente de la Renclusa.

¡Escuchadme! tenéis que subir al Aneto por la vertiente de Coronas, seguro que os enamora, je, je, je.

Un fuerte abrazo para mis compís de ese día.







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