Caras Norte en el Pirineo hay unas cuantas y famosas también. Pero la cara Norte del Vignemale es, no sé... o quizás si, es la pared que cualquier alpinista desea recorrer en algún momento de su vida montañera. Un montón de años puesta en el punto de mira deseando alcanzarla, con una mezcla de miedo, deseo y atracción, que durante todo este tiempo estuvo en agitación.
Nos llegó la hora a Juan Pablo y a mí; muchos años ausentes el uno del otro aunque ambos flotando en las mismas nubes. Después de alguna provocación por su parte, un día de mediados de agosto de este año le digo que sí. que nos vamos a la Norte del Vignemale el fin de semana del 27 de agosto, tres días después de mi cumpleaños. El confía en mi fortaleza y yo en su olfato y su nivel de escalada, algo que pude comprobar durante las poco más de 15 horas que estuvimos en la pared. Pero además, nos unía la ilusión de un proyecto que nos hará recuperar de algún modo el tiempo que hemos estado ajenos el uno del otro.
Fuimos lentos, si, pero seguros y certeros también; algunas cordadas con las que coincidimos también nos hicieron engrosar el horario. Pero claro, esta pared y esta ruta de la Norte no sólo era deseada por nosotros, como bien os podéis imaginar.

Con nosotros también venían Rakel y Almudena ellas querían llegar a la cumbre de la Pique Longue por el glaciar D´Ossau. Llegamos a Pont de Espagne con una meteo muy cruda, una cortina de agua nos acompaña mientras nos preparamos en los porches de las taquillas del telecabina. Al rato deja de llover, durante el camino la niebla se levanta, el sol nos empieza a dar y para cuando llegamos al refugio de Oulettes, los cielos están despejados. Solo se resiste la norte, que casi anocheciendo se revelaría ante nosotros. A pesar de la excitación pude dormir durante algún rato y sobre las dos de la mañana sonaría el despertador; desayunamos y a las 3 y pico de la mañana salimos hacia el pie de la pared. No recuerdo una noche tan cerrada, no distinguiamos ni el perfil de la pared que empezamos a adivinar sobre las 5:30 de la mañana.
Sobre las 7 empezábamos el primer largo de la vía y un poco más tarde Almu y Rakel, salen del refugio hacia cumbre, darían un gran rodeo a la montaña para adentrarse por el glaciar y ascender a la Pique Longue por el sur, justo la vertiente contraria a la nuestra. Sobre las 13 horas llegaban a cumbre y en algún momento pensaron que podíamos estar saliendo de la vía a la cumbre también; sobre esas horas debíamos estar por la mitad de la pared más o menos
El silencio de Juan Pablo delata la fatiga y no es para menos, durante los casi 900 metros de escalada estuvo a la cabeza intuyendo la vía, visualizando lo que durante mucho tiempo a atrás leyó una y otra vez, no se equivocó en ninguna de sus elecciones cuando el camino a seguir no era claro. Yo me limite a ser un segundo eficiente ya que llevaba mucho tiempo sin escalar en grandes paredes, sin encontrarme delante de un mar de roca vertical, no tenía ni el olfato, ni la confianza que te dan las horas de escalada en terrenos como este, solo tenía mi resistencia y el aguante que te dan las horas y km corridos por montaña; así que solo pude moverme rápido e intentar recuperar una parte del tiempo perdido en los momentos de espera o cuando no teníamos muy claro como continuar. Intente animarle lo mejor que pude, no silencie en ningún momento la admiración que me provocaba verle escalar, orientarse en la pared, lo seguro y metódico de sus movimientos, solo así se puede llegar a escalar el grado que él escala y hacer algunas de las Rabadas- Navarro, que lleva a sus espaladas. ¡Que grande eres Jean Paul! le gritaba una y otra vez. Eran casi las 10 de la noche para cuando pisamos la cumbre de la Pique Longue. Ya hacia unas cuantas horas que Almu y Raquel habían estado en la cumbre, nos preocupaba que estuvieran algo intranquilas por no tener noticias nuestras al caer la noche, intenté llamar al refugio pero la cobertura no era buena.
En ese momento teníamos dos opciones, dormir en la cumbre o comenzar a bajar por un camino desconocido y optamos por la segunda. Al poco rato de bajar topamos con una de las cuevas de Russell, que suerte la nuestra. Convencí a Jean Paul y nos metimos a dormir. Ya os podéis imaginar que noche, gracias a una manta térmica que traía J.P. y alguna prenda de pluma extra, fuimos pasando la noche. Ahí estábamos pegados como dos amantes, compitiendo a ver quien tiritaba más fuerte. La mañana siguiente fue emocionante, otra vez reinaba el sol, así que recogimos veloces y salimos a su encuentro, que placer sentíamos cuando ese sol de alta montaña nos empezó a calentar. ¡Que momento!
Al encuentro nuestro venían Almu y Rakel y que alegría nos llevamos al verlas y que suerte la nuestra cuando se brindaron a llevarnos las mochilas hasta el refugio de Oulettes.
Las imágenes de todo esto que os cuento, quedan recogidas en este vídeo, con las fotos de la Norte intercaladas con la ascensión de las chicas por la vertiente sur. Música, la que me ha parecido, pero solo dos melodías. La primera muy conocida "Human"de The Killers y la segunda una delicia para los sentidos, "Gassenhauer" de Carl Orff, Un regalo para los sentidos, una demostración de que no solo la poesia se lee en papel, sino que además se escucha. Y aquel fin de semana de finales de agosto fue eso, una delicia para los sentidos, por unas cuantas razones que espero se puedan percibir con las imágenes.
Almu, Rakel, Juan Pablo, no tengo más regalo de Navidad que esto para vosotros, así que más vale que os guste, por que no hay más. Besos y abrazos.
¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!
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